Impactar no es un reto, es un llamado
Una mirada desde el diseño de servicios en México y Latinoamérica
Por Monse Moreno
El día que me confirmaron como ponente para abrir la edición mexicana del Next Gen Conference 2025, me encontré con una publicación de Jihee Hwang, diseñadora de servicios que admiro profundamente.
En ella leí una frase que, desde entonces, no me ha soltado:
“Impact isn’t a dare — it’s a call.”
Impactar no es un atrevimiento… es un llamado.
A veces, en diseño —como en la vida— se nos enseña que debemos “atrevernos” para hacer algo valioso.
Atrevernos a innovar, a hablar, a romper esquemas.
Pero esta frase me hizo preguntarme:
¿Y si el impacto no necesita que nos atrevamos, sino simplemente que respondamos?
Vivimos en un mundo que mide el impacto con métricas visibles: número de vistas, escalabilidad, retorno de inversión.
Y si bien esas formas de medición pueden ser útiles, no son las únicas.
En México y Latinoamérica, hay otro tipo de impacto: el que no aparece en dashboards, pero transforma realidades.
Es ese impacto cotidiano que ocurre en un aula, en un taller comunitario, en una conversación honesta.
El que se construye con lo que hay.
El que no siempre se ve, pero se siente.
Y muchas veces, en nuestro contexto, no se trata de una estrategia… sino de una necesidad afectiva y política.
Me gusta decir que el diseño de servicios le da forma a las relaciones.
No solo entre personas, sino también entre expectativas, sistemas, emociones y decisiones.
No es solo diseñar un flujo o un blueprint: es crear experiencias vivas que sostienen, acompañan y transforman.
Y cuando una persona diseña servicios, no lo hace desde el deseo de “generar impacto” como quien lanza una campaña publicitaria.
Lo hace porque algo en ese sistema la llama: una injusticia, una urgencia, una posibilidad.
Y entonces entra en escena.
Desde el compromiso, no desde el ego.
Desde la escucha, no desde el ruido.
Diseñar servicios no es solo mirar hacia adentro.
Aunque claro, mirar hacia adentro también es necesario: para entender lo que sentimos, para desarrollar empatía, para actuar con honestidad.
Pero el acto fundamental del diseño de servicios es abrirse a escuchar al otro.
Escuchar con atención, con respeto, con curiosidad.
Escuchar sin necesidad de responder de inmediato.
Escuchar para entender, no para validar lo que ya pensábamos.
Solo cuando escuchamos de verdad, podemos conocer más íntimamente las necesidades, contextos y emociones de las personas a quienes queremos servir.
Y desde ahí —desde ese vínculo— diseñar con sentido.
Diseñar con dignidad.
En México no diseñamos desde el privilegio de la estabilidad.
Diseñamos desde la tensión.
Desde la escasez, sí.
Pero también desde la abundancia afectiva, desde la posibilidad que emerge del caos, desde la fuerza de la colectividad.
Y lo más importante:
ya estamos impactando.
Cuando tejemos comunidad, cuando compartimos conocimiento, cuando creamos espacios seguros, cuando ponemos una palabra donde antes hubo silencio… eso también es diseño de servicios.
Por eso, no quiero preguntarte si te atreves a impactar.
Quiero preguntarte:
¿Qué te llama a hacer impacto desde tu historia?
¿Desde tu cuerpo, tu voz, tu experiencia, tu territorio?
Porque ese llamado es distinto para cada persona.
Y responder a él no requiere grandeza…
Requiere presencia.
Requiere sensibilidad.
Y sobre todo, requiere escucha.
El Next Gen Conference 2025 no es una vitrina.
Es una comunidad que se encuentra para escucharse y reconocerse.
No venimos a demostrar lo que sabemos.
Venimos a responder al llamado de nuestra vocación.
Y si estás leyendo esto, quizás ese llamado también te esté alcanzando.