El Registro de Marca: Una Decisión Estratégica para el Crecimiento Empresarial
Mi intención con este artículo es compartir, de manera extensa y detallada, con otros consultores de negocios y tomadores de decisiones en las empresas, por qué es fundamental que una persona física o moral cuente con una marca registrada y los beneficios que esto conlleva. Invertir en el registro de una marca es una decisión estratégica de bajo costo que otorga una serie de derechos y ventajas, como la consolidación de un activo intangible con un gran potencial financiero y la capacidad de posicionarse en un mercado competitivo.
Por ello, abordaré qué es una marca, su propósito, los derechos que confiere y los beneficios que aporta tanto al propietario como a los usuarios de la misma. A menudo se cree que las marcas están reservadas para grandes corporaciones, pero gracias a la labor de diversos profesionales en difundir su importancia, cada vez más emprendedores y empresarios buscan registrar la suya. No es un capricho, sino una estrategia para el crecimiento empresarial, ya sea para prevenir riesgos o para aprovechar ventajas corporativas que permiten escalar un negocio y fortalecer su presencia en el mercado.
Ahora bien, es importante reconocer que la marca no es para todos. Cualquiera puede realizar compraventas simples o intercambiar productos sin necesidad de contar con una marca registrada. Sin embargo, optar por una marca implica una visión de crecimiento estratégicamente pensada y formulada con expertos en el área. No se trata solo de un trámite administrativo, sino de una herramienta que, correctamente gestionada, aumenta el valor de las empresas y se convierte en el eje de su modelo de negocios. En el ámbito técnico, a este enfoque se le conoce como IP Business, un modelo basado en la explotación y protección de activos de propiedad intelectual como estrategia empresarial para maximizar su rentabilidad y sostenibilidad en el mercado.
Con más de doce años de experiencia en la gestión de marcas como herramientas de negocio para empresas de todos los giros y tamaños, puedo afirmar que estructurar y formalizar una empresa a través del registro de marca es un paso crucial hacia su desarrollo económico. Por un lado, permite asentar en una base sólida todos los esfuerzos intangibles de los socios, directivos, gerentes, vendedores y colaboradores que trabajan diariamente para ofrecer un producto o servicio. Por otro lado, la marca es un activo dinámico que puede gestionarse de manera independiente o integrarse a las diferentes áreas del negocio, brindando cohesión en la percepción del consumidor, facilitando la fidelización de clientes y generando confianza en el mercado.
Desde el punto de vista técnico, la marca es un concepto multidisciplinario, pues involucra conocimientos de marketing, contabilidad, fiscalidad, derecho, diseño gráfico, administración y dirección de negocios, así como disciplinas emergentes como branding y diseño de servicios. Esta complejidad se debe a que la marca está en el centro de distintas áreas que interactúan entre sí, permitiendo que cada una la analice desde diferentes ópticas y profundidades. La marca no solo es un distintivo visual, sino un símbolo que encapsula la esencia de una empresa, su propuesta de valor y su impacto en el mercado.
Es importante destacar que, aunque el trámite de llenar la solicitud ante el IMPI puede parecer sencillo, la estrategia legal corporativa que se aplica en el proceso es una tarea minuciosa y compleja. El examen de marca requiere una evaluación detallada que abarca múltiples aspectos legales y corporativos, los cuales deben ser abordados con precisión para evitar futuros conflictos o rechazos. Por ello, es altamente recomendable contar con un experto en la materia, no solo por el conocimiento técnico que se necesita en la preparación de la solicitud, sino también por la experiencia en la interpretación de los criterios que la autoridad, en este caso el IMPI, utiliza al analizar cada caso.
Así como al adquirir una propiedad inmobiliaria acudimos a un notario para garantizar que el registro quede correctamente asentado, el registro de una marca merece la misma atención profesional. Un especialista en marcas, como yo, que soy la autora de este escrito, puede proporcionar la orientación adecuada para maximizar las posibilidades de éxito en el registro y, más allá de ello, estructurar una estrategia de protección y crecimiento a largo plazo para la marca en el mercado.
A pesar de la multiplicidad de enfoques, el estudio objetivo, cuantitativo y cualitativo de las marcas corresponde al derecho, pues, ante todo, una marca es una figura legal y corporativa. Contar con una marca registrada enriquece el patrimonio de cualquier persona o empresa, ya que se convierte en un activo intangible reconocido oficialmente a través del título expedido por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). Como bien intangible, una marca no se puede tocar ni ver, pero posee un valor real y regulado bajo el marco de la Propiedad Intelectual, lo que permite a los especialistas evaluar y potenciar su valor económico, facilitando estrategias de expansión, franquicias y acuerdos comerciales que incrementan su alcance y rentabilidad.
El primer efecto jurídico de registrar una marca es que se convierte en propiedad, tal como ocurre con bienes tangibles como terrenos, casas o vehículos. A pesar de que muchas personas tienen experiencia gestionando estos bienes físicos, los activos intangibles, como las marcas, abren un abanico de posibilidades legales y comerciales. Una marca puede facilitar un camino comercial más seguro, servir como base para la expansión empresarial y convertirse en el pilar de un modelo de negocio. Su naturaleza versátil le permite desempeñar funciones equivalentes a distintos activos fijos, con el beneficio de que su valor puede crecer exponencialmente y otorgar beneficios a largo plazo, tales como el licenciamiento, la franquicia y la internacionalización de la empresa.
Dado que una marca es tan valiosa para una persona física o moral, cabe preguntarse: ¿Es fácil registrarla? En México, el IMPI es la entidad encargada de regular el registro de marcas. Su facultad proviene del poder legislativo y está respaldada por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM). El registro otorga derechos exclusivos sobre un signo distintivo único, lo que permite diferenciar productos y servicios dentro del mercado. Sin embargo, este proceso implica ciertos requisitos y análisis previos para garantizar que la marca es única y no infringe derechos de terceros. Realizar una búsqueda fonética y un estudio legal antes de presentar la solicitud puede ser clave para evitar rechazos y ahorrar tiempo y recursos.
Desde la Revolución Industrial hasta la era digital y de la inteligencia artificial, las leyes han evolucionado para responder a los desafíos del mercado, como la sobresaturación de bienes y servicios. La regulación de la Propiedad Intelectual e Industrial surgió para brindar herramientas que permitan a las empresas distinguirse en la competencia. Ejemplo de ello es la industria cervecera, donde los barriles comenzaron a identificarse con marcas para diferenciar a los productores y garantizar la calidad del producto. Esta necesidad de diferenciación se ha extendido a todos los sectores y es la razón por la cual las marcas no solo representan productos o servicios, sino también significados y valores que resuenan con los consumidores. En el comercio electrónico, plataformas como Amazon y Mercado Libre requieren que los vendedores registren sus marcas para proteger su reputación y evitar la falsificación de productos.
Registrar una marca no solo otorga exclusividad de uso, sino que también brinda respaldo legal en caso de disputas. En un mundo donde la competencia es feroz y la imitación es común, contar con una marca protegida es un escudo que protege la inversión y la creatividad del negocio. Además, una marca registrada facilita la entrada a nuevos mercados, abre oportunidades de financiamiento y fortalece la credibilidad ante clientes y socios comerciales.
En conclusión, registrar una marca no es un lujo ni un trámite burocrático sin sentido; es una decisión estratégica que otorga protección, valor y estabilidad a los negocios en un entorno cada vez más competitivo. Toda persona física o moral que busque construir un negocio sólido y con proyección a futuro debería considerar el registro de su marca como un paso esencial en su estrategia empresarial. Además, es importante que los emprendedores y empresarios comprendan que la marca no es solo un nombre o un logotipo, sino el reflejo de su identidad corporativa y la clave para consolidar su presencia en el mercado a largo plazo.
Sobre la autora
Mónica Lisette Rayas Ortiz
Mtra. en Derecho Comercial y de la Empresa
Consultora de Negocios en Bucle®
Especialista en Propiedad Intelectual con más de 12 años de experiencia trabajando con consultores, empresarios y emprendedores.
Psicoanalista Individual y de Grupos
Escrito en 2015, editado en 2025