¿Por qué el orden sí altera el producto?
La importancia de empezar por lo legal antes de diseñar tu marca
Introducción
Cuando hablamos de crear una marca, muchas veces se comienza por el logotipo. Se diseña algo visualmente atractivo, se invierte en branding, se imprime en etiquetas, se sube a redes. Y luego, ya con todo montado, alguien se pregunta: “¿y ya está registrada la marca?”. Es ahí donde empiezan los problemas. Y donde entendemos que, en propiedad intelectual, el orden sí altera el producto.
¿El orden de los factores no altera el producto? Solo en matemáticas
Hay una expresión muy común que aprendimos en la primaria: el orden de los factores no altera el producto. Por ejemplo:
2 x 5 = 5 x 2 = 10
Eso es cierto en matemáticas básicas. Pero en el mundo legal y de negocios, no siempre funciona así. Hay escenarios donde sí importa el orden, y la creación de una marca es uno de ellos.
Un ejemplo fuera del mundo legal (para entenderlo mejor)
Imagina que compras los ingredientes para un pastel. Si primero engrasas el molde, luego mezclas los ingredientes y después horneas, todo va bien. Pero si alteras ese orden –si metes primero el molde vacío al horno y luego quieres vaciar la mezcla caliente sobre él–, probablemente no tendrás pastel.
Con tu marca sucede lo mismo. Si primero diseñas un logotipo sin validar el nombre legalmente, podrías estar invirtiendo en algo que no vas a poder proteger, ni defender, ni capitalizar.
El nombre es un activo, no un adorno
En Bucle® vemos el nombre de una marca como lo que es: un activo intangible. Así lo reconoce la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial (LFPPI), que permite registrar como marca aquellos signos con capacidad distintiva que identifican productos o servicios (art. 172). Un nombre válido, distinto, legalmente registrable y alineado con el modelo de negocios puede:
Convertirse en patrimonio legal de la empresa.
Ser objeto de licencias, franquicias o cesiones.
Incluirse como activo contable.
Aumentar el valor de la empresa en caso de inversión o venta.
Pero para que todo eso sea posible, primero se debe analizar la viabilidad legal del nombre, antes de pensar en el logotipo, la paleta de color o el diseño visual.
¿Por qué empezar por lo legal?
Porque hacerlo al revés puede salir muy caro. Estos son errores comunes cuando no se valida primero el nombre:
El nombre ya está registrado y no se puede usar.
El nombre no es suficientemente distintivo (es genérico, descriptivo o común).
Se lanza una marca con gran inversión visual, pero no se puede proteger.
Se pierde tiempo y reputación si hay que cambiar el nombre por conflictos legales.
En cambio, validar primero te permite diseñar con confianza. Ya sabes que el nombre tiene viabilidad jurídica, que puedes invertir en él y que todo lo que construyas alrededor estará bien fundamentado.
¿Qué hacemos en Bucle®?
En Bucle® nos especializamos en la creación y validación de nombres como activos estratégicos. Nuestro enfoque une lo legal con lo comercial, y contempla:
El modelo de negocios del cliente.
La estrategia comercial y de expansión.
La clasificación de productos o servicios.
La posibilidad real de registro como marca.
Solo después de esa validación, se recomienda avanzar con el diseño del logotipo o la identidad visual. Porque una marca debe nacer desde el derecho, no desde el adorno.
Conclusión: el orden sí altera el producto
En propiedad intelectual, el proceso correcto comienza por lo legal. Primero se valida el nombre, luego se protege, y después se diseña y comunica. Esa es la forma de construir marcas sólidas, con futuro y con valor.
Una marca bien hecha no solo se ve bonita: se puede defender, vender y capitalizar.
Por Mónica Lisette Rayas Ortiz
Mtra. en Derecho Comercial y de la Empresa
Consultora de Negocios en Bucle®
Especialista en Propiedad Intelectual