¿Derecho y psicoanálisis? Por qué una abogada en propiedad intelectual también puede ser psicoanalista (y por qué eso importa)

Por Mónica Lisette Rayas Ortiz
| Mtra. en Derecho Comercial y de la Empresa
| Consultora de Negocios en Bucle® |
| Especialista en Propiedad Intelectual |
| Psicoanalista individual y de grupos.

La abogacía y el psicoanálisis, a simple vista, parecen profesiones que se mueven en mundos distintos: una se ocupa de lo legal, de las estructuras normativas, de lo que puede defenderse con un argumento jurídico; la otra, de lo subjetivo, de los símbolos, del deseo y lo que no siempre se puede decir de manera directa.

Pero cuando ambas disciplinas conviven en una misma persona, no se anulan. Se potencian.

La marca como objeto legal y objeto psíquico

En propiedad intelectual, especialmente en el registro de marcas, se trabaja constantemente con signos. Signos que deben ser distintivos, defendibles y funcionales en el mercado. Sin embargo, también son signos que representan una identidad, un relato, una proyección del deseo de existir y ser reconocido.

Ahí es donde el derecho necesita de algo más que su propia lógica. Porque lo que distingue a una marca no siempre está en lo que dice la ley, sino en cómo se habita ese signo, cómo se nombra, cómo resuena emocionalmente.

¿Y si la objeción no es solo legal?

A lo largo de mi ejercicio profesional, he enfrentado múltiples casos donde la autoridad emite objeciones marcarias por considerar que un nombre "carece de distintividad" o que "resulta descriptivo".

Es entonces cuando la psicoanalista dentro de mí hace una pausa y pregunta:
¿Desde qué lugar se está observando este signo? ¿Qué está diciendo más allá de las palabras? ¿Qué desea mostrar y qué está ocultando?

Ese tipo de lectura no viene en el reglamento. Pero puede marcar la diferencia en una contestación, en un juicio o en una negociación. Porque no todo lo que es legalmente estructurado puede defenderse sin comprender su estructura simbólica.

El derecho como orden; el psicoanálisis como lectura

No hay contradicción. Ser abogada me permite construir marcos, proteger, traducir las normas. Ser psicoanalista me permite escuchar lo no dicho, comprender lo proyectado, dar sentido a lo que parece insignificante.

En el cruce entre ambas disciplinas encuentro una herramienta poderosa:

  • Para analizar el significante y no solo el contenido.

  • Para entender el deseo de la marca y no solo su objeto.

  • Para leer entre líneas los discursos jurídicos y comerciales, que muchas veces están llenos de repeticiones, lapsus o fantasmas institucionales.

Una conjunción poco común, pero profundamente útil

Sí, lo sé. No es común ser abogada especialista en propiedad intelectual y también psicoanalista. Son dos disciplinas exigentes, densas, y que implican una formación constante.

Pero es precisamente esa rareza lo que la vuelve valiosa. Porque me permite acompañar a empresas y personas no solo desde el cumplimiento legal, sino desde la comprensión de lo que realmente está en juego cuando alguien registra una marca, defiende una obra o estructura un activo intangible.

Conclusión: lo que se protege no siempre se ve

En Bucle, mi ejercicio profesional está basado en esta intersección:
el derecho como sostén,
el psicoanálisis como lectura,
y la estrategia como camino.

Porque cuando protegemos una marca, un nombre o una narrativa, no solo protegemos un activo. Protegemos un lugar simbólico en el mundo, un deseo de existencia y un espacio en la memoria colectiva.

Y para eso, hay que saber escuchar tanto la ley como el inconsciente.

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